Ella ahora es una tigresita.
Corre y salta en la selva del jardín.
Hoy volvió a pasar uno ofreciendo su servicio para desmalezar el frente de la casa. Me costó explicarle que los tigres preferimos las cañas de bambú, las enredaderas salvajes, los yuyos tenaces. Creo que no entendió mi negativa. Tiene un kiosco minimalista a la vuelta de la plaza y una motoguadaña para aguantar la crisis financiera.
Con Morena procuramos nuestra comida entre las hierbas. Mejor si arrancamos hasta la raíz y obtenemos un pan de tierra.
Hoy me enseñó a poner tierra sobre los dolores.
- Alivia –me dijo y la esparcía con un dedito sobre mi mano.
Tal vez en ese momento mi viejo se untaba la zona de los intestinos con arcilla y ceniza de volcán. Está tratando de sacarse la radioactividad que los rayos X dejaron en su cuerpo.
Los separan 75 años que son absorbidos en un instante por la arena cósmica.
Están cruzados por el sustento de nuestros días.
La tierra los junta.
La pacha los teje.
Caminar descalzo es terapéutico.
La tierra cura. Da vida. Y nos cubre en la muerte.