viernes, octubre 17, 2008

sigue el corso del plagio

don fucó y don jodo

Para Foucault el autor constituye un corte arbitrario determinado por reglas fijas de construcción y funcionamiento. El concepto de autor aparece hacia finales del Siglo XVIII en forma bastante difusa y abarcativa.
El autor es una función, una superficie y no la causa material del discurso.
El filósofo francés postula que “considerando las transformaciones históricas pasadas, parece ser que la forma, la complejidad e incluso la existencia de esta función, se encuentran muy lejos de ser inmutables. Podemos imaginar fácilmente una cultura donde el discurso circulase sin necesidad alguna de su autor..., desarrollándose en un generalizado anonimato”.
¿Que tan lejos estamos de esa cultura que nos libere del peso del autor?
Jodorowski contestó una serie de koans:
“¿Por qué no dejo de pensar?
Pensamos pero no somos nuestros pensamientos. Cuando nos identificamos con ellos, cesamos de ser nosotros mismos.
¿De donde surge un pensamiento y qué es?
Es un conjunto de palabras al que no se debe responder con otro conjunto de palabras. De un pensamiento surge otro pensamiento y así hasta el infinito. Pero decir “pan” no quita el hambre. Las ideas no tienen dueño, están en el mundo: son semillas de acciones”.
Amén.

dones y miedos

Don Vladimir mirá como hacia atrás. Revival visual de quién ve en lo que observa un paisaje perdido y recordado. Rewind sentimental. Como no me sobra tiempo para imaginar, esbozo que piensa en Ucrania u otro impronunciable territorio al este de Europa. (En eso extraño a la Unión de Repùblicas Socialistas Soviéticas. Aunque decir URSS era difícil, facilitaba enunciar un conflicto inacabable).
El hijo transpira una musculosa partiendo con el hacha varios troncos de un quebracho blanco. Dos chivitos pastan y las gallinas cumplen su habitual producción huevera. El gallo es ansioso y preanuncia el día cada 4 horas.
Esa es la escena que se encuadra en el marco de un ventanal, sustituto del televisor que aún no llegó. Como los Backyardigans no están cantamos canciones de mi tiempo. “La gallina turuleca”, la que no alcanzó a poner 10 huevos porque alguno le cortó el pescuezo, como a los maderos de San Juan. La crueldad es intrínseca a la educación de un infante. Ahí están el viejo de la bolsa, los duendes, las brujas, los ogros, los monstruos, para prevenir el mal que acecha en la desobediencia. Educandos del terror. La vieja escuela que venimos reproduciendo en la memoria residual pero activa. Canciones, leyendas, cuentos, dispositivos semióticos para activar el control social.
(N quiero ponerme pesimista)
Mejor vuelvo al medio Rastrojero oxidado junto al galpón donde Vladimir almacena lo que produce con sus propias manos, las de sus hijos y nietos. La doña palmó hace rato cruzando un alambrado fronterizo. Saya, que se casó con una correntina y ya va por el segundo heredero, y Katrina, que luce unos rasgos delicados y extraños, que no corresponden con su figura acelerando la Zanelita o cogoteando un cerdo.
Autogestión popular. El tipo tiene un sustento asegurado. Un destino pobre, o aparentemente, desafortunado. Pero no debería preocuparse por la crisis del capital global. (¿O sí?)
El problema es que hace rato está preocupado por que Don Bugliotti, el dueño del Orfeo, Dino Mall, (y que se yo cuanto más tiene y quiere), compró más de 150 hectáreas en las sierras que rodean este paraje al que Vladimir llegó para quedarse hace 30 años. Y el new rich menemista se pasea arriba de una topadora desmontando, lo que le debe dar un poderoso placer o placer por el poder. Vladimir admira que el tipo sea tan laburante y tenga tanta guita. Aunque le puso candado al caminito que lo conectaba con el faldeo trasero donde cazaba y abría picadas con machete y motosierra. Por ahora lo deja pasar, pero no puede sacar leña. Pero todo cambiará. El empresario proyecta un hotel 5 estrellas que incluye la caza de palomas, una actividad que atrae gringos con dólares y ganas de asesinar. Algo que ya está incorporado a la actividad local. Turismo internacional de alta calaña. (No se olviden del ingeniero Muriel)
Esto pasa por acá. La misma historia se repite en el tiempo y el espacio.
No puedo despegar la vista de la pantalla real.
(No puedo abandonar el pesimismo)

el don de camargo

A Don Camargo lo conozco porque así tenía que ser. Y podría dar dos guitas de fe por él. Como puedo dar nada o menos que cero. Pero doy más que dos guitas. Porque existe en ese mundo que preferiría habitar.
No contaré lo que sé de su historia. Porque el testimonio vivo está ahí. Y es un amigo que no deja de experimentar con eso. Entrá a su blog, escuchá C-rti, andá a ver Perdedores Hermosos, juntate una noche amigable. La vida en performance.
Y lo del autor y su autoría, y la ley, y los abogados, y la mala leche postergada, es hora de que pase al olvido. No censura. Incluída la del autor. Sabemos del copyleft. Somos conscientes de que nuestras creaciones son recorridos dentro de un universo cultural que es patrimonio de todos. Comunismo formal. Antropofagia cultural.
Y no es que vas a pasar más o menos hambre porque te reconozcan como el autor. Hay demasiados interlocutores para tan poquita obra trascendente. Si van por vos es porque vales algo. Si no, sobran manifestaciones artísticas, mediáticas y ambiciosas.
Además, como Don Vladimir, Don Camargo tiene el don de persona y el don de la creación. Son artesanos. Vladimir está cortando la madera que llevará hasta la casa de alguno que está dispuesto a pagarle por su esfuerzo. La que sacó del monte. Con músculo y técnica transformó la naturaleza y creó algo destinado a alimentar la vida de otras. No lo imagino a Vladimir disputándole a otro la autoría del fuego. Porque la leña la cortó él. Porque salió de su galpón. Señores, hagan fuego. Preocúpense porque prenda. Y no con qué materia orgánica o cultural está hecho.

sábado, octubre 11, 2008

La joy division infantil

Me acusaron de anarco. Porque me mandé contra los jardines de infantes.
No tengo recuerdos de mi paso por ese desierto infantil. Debe haber sido una larga peregrinación entre enanos, maestrulis y bolsitas con la merienda pasada de calor y de asco. Mi hermana me cuenta que me llevaba a la rastra, con artimañas y promesas tan fútiles como grotescas. Se quedaba un largo rato en una posición donde yo podía mirarla desde alguna ventana del presidio escolar, hasta que se cansaba y se fugaba a los brazos de su futuro esposo. Pero no tengo tanto psicoanálisis, ni hipnosis, ni ayahuasca, para reconocer las marcas traumáticas del paso por ese hospicio, que llenan de colores para esconder el mono-cromatismo mental.
¡A que viene tanto gre-gre, Gregorio!
Es que quiero introducir argumentativamente la prueba irrefutable de que nuestros hijos están en manos de una legión de padres, madres, maestras, directores e instituciones, que son, por lo bajo, perversas e idiotas (el orden de los factores puede alterar el producto). Para el día de la primavera, el jardín “Planeta Azul” -porque se les ocurren nombres tan obviamente rebuscados que pretenden ser simpáticos, como la Joy Division de Austchwitz- debía presentar su carroza en el desfile del pueblo.
¿Qué maravillosa idea podía surgir de la cabeza de esos adalides de la educación sarmientina, de esos padres y madres con el cerebelo pelado por el yugo del capital y la tv?
Un auto de Rally.
El carromato incluía el bólido azul y una plataforma donde los chicos iban disfrazados de pilotos y las chicas… de promotoras. Pibes de 4 para abajo emulando esos niños bien que gastan fortunas familiares en autos de competición, y las nenas con minifaldas y escotes mostrando lo que valen en carne.
¿Cual será el rol de sus existencias según las retorcidas fantasías de sus progenitores y educadores?
La directora del campo de concentración me pregunta:
- ¿Morena no va a participar del desfile?
¡Anarquía!

hermosos marcianos








Ya pasó. Tenés razón. Fue un viaje. No importan los autores, los músicos, los locutores, los ruidistas, los técnicos, las luces y el sonido. Todo está en trance. Oír es componer. Lo que importa está sentado en la sala mayor del cineclub. Son más de cien tipos y tipas. Miran un escenario que no muestra. Una pantalla obtura el show vivo. Pero deja volar la imaginación y la memoria para que creem sus propias imágenes. El despegue de la vista es una utopía en una sociedad que se mira continuamente en una pantalla. Aunque el oído siempre se deja seducir por las sirenas que no conocen el silencio. Fuimos a Marte. Perdidos como vacas en el espacio. Orbitando en torno a la necesidad de experimentar constantemente nuevas formas de entretenerse sin atarse. Volamos como Icaro hacia la iluminación prometida del sol naciente. Y ardimos. De las cenizas, renaceremos.