Ya pasó. Tenés razón. Fue un viaje. No importan los autores, los músicos, los locutores, los ruidistas, los técnicos, las luces y el sonido. Todo está en trance. Oír es componer. Lo que importa está sentado en la sala mayor del cineclub. Son más de cien tipos y tipas. Miran un escenario que no muestra. Una pantalla obtura el show vivo. Pero deja volar la imaginación y la memoria para que creem sus propias imágenes. El despegue de la vista es una utopía en una sociedad que se mira continuamente en una pantalla. Aunque el oído siempre se deja seducir por las sirenas que no conocen el silencio. Fuimos a Marte. Perdidos como vacas en el espacio. Orbitando en torno a la necesidad de experimentar constantemente nuevas formas de entretenerse sin atarse. Volamos como Icaro hacia la iluminación prometida del sol naciente. Y ardimos. De las cenizas, renaceremos.
sábado, octubre 11, 2008
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3 comentarios:
Y veces hay que empecinarse...
me consta.
e choro... sacalo al gil ese de la foto... aguante el rrrocanrrrrol y la mona, papa....quieeeeen se ha tomado todo el vino o o o o o!!!
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