viernes, diciembre 11, 2009
domingo, noviembre 08, 2009
Paz y ciencia
Paciencia: Ciencia de la paz.
Paciencia (etimología): la raíz latina pati significa sufrir. De hecho el participio patiens se introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o “el que sufre.” Así la palabra misma nos recuerda que la paciencia implica sufrimiento, si bien ese sufrimiento se acepta con dignidad esperando una recompensa mayor que vendrá, ya sea con el simple paso del tiempo, con la perseverancia, o con la actividad correcta en los momentos correctos. La raíz etimológica de la palabra paciencia es la misma que padecer, que se puede asociar a otros términos como “aguante”, “calma”, “espera”, “tranquilidad”, “perseverancia” o “serenidad”. Pero en definitiva es permanecer allí. Es perseverancia, aferrarse, rehusar abandonar sin importar fatigas y heridas.
Paciencia, s. Forma menor de la desesperación, disimulada de virtud. (Diccionario del diablo, Ambrose Bierce)
Paciencia (etimología): la raíz latina pati significa sufrir. De hecho el participio patiens se introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o “el que sufre.” Así la palabra misma nos recuerda que la paciencia implica sufrimiento, si bien ese sufrimiento se acepta con dignidad esperando una recompensa mayor que vendrá, ya sea con el simple paso del tiempo, con la perseverancia, o con la actividad correcta en los momentos correctos. La raíz etimológica de la palabra paciencia es la misma que padecer, que se puede asociar a otros términos como “aguante”, “calma”, “espera”, “tranquilidad”, “perseverancia” o “serenidad”. Pero en definitiva es permanecer allí. Es perseverancia, aferrarse, rehusar abandonar sin importar fatigas y heridas.
Paciencia, s. Forma menor de la desesperación, disimulada de virtud. (Diccionario del diablo, Ambrose Bierce)
Etiquetas:
paciencia,
paz y ciencia
diario de cuna 2
¿Llegaré a ese punto a partir del cual no hay retorno?
Camino la mutante senda todos los días
Y veo las huellas y los pasos repetir una danza cosmogónica
En el medio de la fiesta está el vacío
En la soledad de mi corazón nada
Cuando este niño era un niño
Bastaba el misterio para saber
Después rimo la rima en la educación de los sentimientos
Y creyó saber dirigir el carrito de roolemanes
La calesita del amor
El falcon con afecto familiar
Candados para girar sobre seguro
Ahora,
Veo ese punto detrás de mi sombra
jueves, noviembre 05, 2009
diario de cuna 1
agarré los testículos de mi viejo como a unos higos maduros en verano
las moscas zumbaban en el vacío de una tarde asfixiante
cada dedo se convirtió en un gusano tratando con delicadeza su capullo
las brujas y los chamanes saben del poder que anida en las simientes
de esos lugares comunes
perseguidos con la culpa y la vergüenza
adorados hasta el sacrificio
no podíamos dejar de reconocernos
por esa casualidad de estar juntos
en un infinitesimal segundo
la potencia que yace en lo más profundo de la próstata
corrió por cada terminal nerviosa
conectó cada partícula elemental
antes dejé que tomara mis bolas en sus manos
porque mi padre no lo hizo con el suyo
así cruzamos un abismo genealógico
y soldamos un pacto silencioso
no hay cartílago que no coma de su carne
las moscas zumbaban en el vacío de una tarde asfixiante
cada dedo se convirtió en un gusano tratando con delicadeza su capullo
las brujas y los chamanes saben del poder que anida en las simientes
de esos lugares comunes
perseguidos con la culpa y la vergüenza
adorados hasta el sacrificio
no podíamos dejar de reconocernos
por esa casualidad de estar juntos
en un infinitesimal segundo
la potencia que yace en lo más profundo de la próstata
corrió por cada terminal nerviosa
conectó cada partícula elemental
antes dejé que tomara mis bolas en sus manos
porque mi padre no lo hizo con el suyo
así cruzamos un abismo genealógico
y soldamos un pacto silencioso
no hay cartílago que no coma de su carne
martes, octubre 27, 2009
sinfinito
Paremos de definir
De finire
Dar final
Matar
Terminar
Podemos describir
Subjetivos y situados
divertidos
mutatis mutandis
crear realidad
usando la poesia
Ya lo dijo Jack
"No uses el teléfono, la gente nunca está lista para responderlo. Usa la poesía."
KEROUACCCCCCCCCCKerouacKerouacKerouacKerouacKerouacKerouacKerouac
lunes, octubre 26, 2009
recontracurva
El placer se convierte en condena
Como la lluvia a-tormenta
No hay paz en la mente
No hay paz en el sexo
No hay paz en la guerra
Hay futuro
(formateo digital: véase cybercultura)
Ya no hay punks
Hay curas jugando al basket
Hay beats muriendo en las calles
No hay muchas respuestas
(y ninguna que conteste lo que no sabemos)
Como dijo el general
Se acabó lo que se deba
Volviendo a comenzar la rueda quimérica
Los días que el almanaque de nuestras urgencias va arrancando
Papelitos sonando en agosto
Mientras Hiroshima y Nagasaki
Acá a la vuelta
Y Ranta Rosa que ya no viene
No moja la seca invernal
No quiero pedirle deseos a tu pachamama
No quiero largar los monstruos de la codicia
Para que se coman lo que hice de un bocado
jueves, agosto 06, 2009
diario de cura - episodio 3 ( x Robert Smith)
Martes 17/3
Despierto forzosamente a la una, bebo varias tazas de café y volvemos al campo: hace calor y está horriblemente soleado, pero probamos sonido hasta la perfección durante otro par de horas y luego nos derretimos hacia el vestidor asignado a los "visitantes". Hago otro par de entrevistas y recibo la camiseta de la selección nacional de fútbol, un ramo de rosas rojas y el mensaje de un hombre que luce insanamente parecido a Tootsie... Y luego, el sonido de vidrios rotos... Al parecer, ha habido una confusión, nos dijeron que hubo reventa de entradas -19.000 entradas vendidas para un campo que soporta 17.000 personas- como lógica consecuencia, apareció un grupo de "punteros" tratando de llegar al área de juego por otros métodos: un disturbio a gran escala se sucede, con numerosos autos policiales tumbados, varios perros asesinados y un vendedor de panchos muerto de un paro cardíaco. Por alrededor de dos horas, tocamos en medio de una ensordecedora algarabía antes de apresurar la huída, gritando, subimos a un auto para escapar. Nos cuesta un rato largo para que se nos despeje la mente y terminamos tomando un temprano desayuno en el bar, antes de irnos adormir...
Miércoles 18/3
Levanto las cortinas al inevitable demasiado caluroso y horriblemente soleado día, la gente acampa fuera, me apresuro al cuarto de Simon para tomar algo de leche y chusmear. Vamos al estadio a las 3 y cuando empezamos una corta prueba de sonido, el sol golpea a 100 grados. Nos derretimos hacia un cuarto, para cambiarnos, entre entrevistas, escucho a Nick Drake y Billie Holiday. El ruido de arriba crece, inexorablemente, y nos miramos con nerviosismo unos a otros mientras nos dicen que esta noche descartemos otra "confusión" de tickets, que no habrá problemas... La masa de gente anticipa nuestra llegada al escenario y, a pesar de las barricadas ahora más altas y la policía extra (o, mejor dicho, a causa de las barricadas más altas y la policía extra) la batalla comienza...
Miércoles 18/3
En la mitad del set de canciones hay varios uniformados con fuego en su cuerpo, con la mayoría de sus camaradas refugiándose bajo el escenario de la incesante y despiadada lluvia de monedas, piedras, butacas y vasos. Desafortunadamente, no todos estos objetos son tirados con puntería y Porl (Thompson) es el primero de nosotros que es golpeado. Cuanto más sigue esta situación, más nos amargamos y cuando una botella de Coca me da justo en la cara durante "10 15'", paro de cantar y encaro a la multitud. Terminamos con una gloriosa versión punk-trash de "Arabs-a-go-go" y nos vamos. Afuera, el campo no tiene nada que envidiarle al centro de Beirut y estamos más que aliviados de haber podido alcanzar el refugio del hotel. Me voy a la cama hecho pedazos, los otros pasan la mayor parte del tiempo en el bar, mientras yo sueño con asesinatos...
Etiquetas:
Buenos Aires,
Robert Smith,
the cure
diario de cura - episodio 2
A Buenos Aires se entra por retiro.
Después de kilómetros de vidas ajustadas al devenir multiplicador del progreso urbano.
El arte del anonimato se conquista cuando dejas de mirar con extrañeza.
Pero, entonces, tenía los ojos atiborrados de especimenes en trance, de asimetrías sociales, de técnicas para el consumo.
Así llegué a Caballito. A esas horas previas al show. La ansiedad tensando los gestos ante lo inaudito. Ahora siento que eso se repitió en cada uno de los innumerables recitales a los que fui, cargados de ese miedo que anticipa el éxtasis y la agonía.
Faltaban dos cuadras para llegar al vallado y el aire se movía densamente produciendo una marea de sonidos que olían a pólvora, sudor y drogas.
Cuerpos rotos. Danza rota.
Cuando atravesamos la última esquina la agitación crecía en los gritos con un lenguaje signado por el pánico y la ignorancia.
El hermano de mi amigo empezó correr. Lo seguimos sintiendo las culebras que reptaban al son de las sirenas y los golpes secos de las brigadas pro-disturbios.
Había palos y piedras. Gases y lágrimas.
Big Brother trepaba por una de las esquinas del estadio. Lo seguimos. ¿Dónde íbamos a quedarnos? Sólo se podía pensar en entrar. Ahí tocaba The Cure.
Subimos mordiendo con las zapatillas la pared hasta salir debajo de las gradas. Pasamos entre los tablones y vimos el paraíso en llamas. Frente al escenario de negro estoico, el campo era una corrida de fuleros toros. Hordas de punkis, darkis y heavis corriendo a los tipos de seguridad, vestidos de blanco delator. Los pateaban en el césped. También ví como le daban a un perro. Pero había que entrar. En cualquier minuto iba empezar el show.
Pisamos la gramilla y nos perdimos entre una masa oscura unida por la sensación de que estábamos en una epopeya surrealista. Un sueño encantador y atroz.
Etiquetas:
Argentina,
Buenos Aires,
the cure
domingo, julio 12, 2009
diario de Cura - episodio 1
En la pieza las cabezas de los Cure colgaban de la pared con un extraño efecto fluorescente. Cuando apagaba la luz sus ojos brillaban y pocas veces resistía la tentación de poner el casete cuya tapa reproducía el poster, envolviendo densamente el aire viciado con Particulares, el misterio se agigantaba con Kyoto Song hasta terminar sumergido en el sueño de Sinking.
Por entonces capitaneaba una empresa fantasma llamada Gusano Records que se dedicaba a copiar en un doble casetera las cintas que comprábamos a precios importados en el Perro Musnack y las vendíamos en prolijos TDK con diseño casero de tapa. Guita no hacíamos, pero permitía recuperar la inversión y seguir acumulando música de bandas inglesas que aparecían comentadas en Pelo o Rock and Pop.
Queríamos entrar en un mundo que sonaba lejano e inaudito, pero que nos identificaba en esa oscura sintonía adolescente de los 80s.
Compre una Stratocaster y un amplificador, y me sumé a los NN, y después a los Señores de la Corte. Mi corta carrera como guitarrista pasó desapercibida para las mayorías, aunque alcanzamos a tocar en un par de lugares poco aptos para nuestro darkismo mediterráneo y alguna chica me besó jugando a la grupie.
Cuando me enteré, por algún programa trasnochado de la AM porteña, que The Cure llegaba a Argentina, creí que los planetas se alineaban en la cosmogonía perfecta para mis 15 años.
Convencí a mis viejos de hacer el viaje porque el hermano mayor de un amigo de la secundaría nos acompañaba y finalmente mi hermana nos esperaría en su casa de San Miguel.
El viaje sería en tren. Partimos de la Estación Mitre. No eramos muchos. Algunas caras reconocidas por los guiños de pelos parados, jeans rotos y sacos negros.
Cuando el convoy de pasajeros se metió en Rosario, el último vagón se llenó con cientos de personajes con pinta de chicos malos. Todos habíamos elegido el mismo. Tenía miedo y admiración por esa fauna que olió el punk tardíamente y entro de lleno en el dark y el pos y la new wave y el heavy y otras tantas esquirlas de una cultura rockera que explotaba secreta pero poderosamente.
Un gordo gritó: ¡Cierren la puerta que acá no entra ni el chancho! Miré con pánico al hermano de mi amigo que seguía atentamente los movimientos de unos rosarinos que sacaron una bolsa con un polvo blanco. Era cocaína, por supuesto. Pero para mi, vírgen tóxico, podía ser heroína o puloy. Un pibe se sentó frente a nosotros y empezó a hablar contra Rosario Central que había salido campeón ese año, mientras disparaba una multitud incesante de tics nerviosos, que según el big brother se debían a las anfetas. Recordé que alguna vez me había bajado de un saque un tira de aspirinetas y me sentí más cercano a esa cofradía de drogones. Tal como anunciaron, nadie entró a ese vagón, ni nadie pidió boletos hasta Retiro.
Tampoco tardó mucho en aparecer el primer porro. El hermano hizo punta y aceptó el convite. Dudé, pero mi compañero no, y me sentí aliviado para seguirlo. El primero te lo regalan, el segundo te lo venden, decían los Twist, y era cierto. Pero también aquello de que el primero no te pega salvo que te mueras de ganas de que te pegue. Ahora no sé si afectó mi organismo realmente, pero el viaje era tan lisérgico que salí hasta el fuelle y empecé a volar agarrado de la manija, con un pie y un brazo colgando del tren.
De ahí en más, blow up, espacio en blanco, silencio in-con-consecuencias.
viernes, julio 10, 2009
diario de Duna
1
Vi pasar el auto cuesta abajo sin conductor
Estático frente a la pantalla
Duna cayendo desde la casa amarilla
Su coraza golpeando contra las piedras del terraplén
La astillas del espejo retrovisor izquierdo
La calle que muerde el cerro lo recibe en su descenso y prolonga la picada
Hasta quedar suspendido sobre la barranca que da al río
Salgo desesperado dejando el chat abierto
Salto alrededor
Dos ruedas girando en el aire
Temo subirme y quebrar la perfecta armonía que lo cuelga sin soltarlo al abismo
Es su pedido de auxilio
Un intento desesperado para huir de mi impericia y desatención
Ahora tiene que llegar la grúa para sacarnos del borde y del precipicio
2
Quinta multa de la caminera
Los coyotes aúllan en la ruta
Recaudan para que Schiaretti pierda cómodo la próxima elección
Persiguen correcaminos
Pero en esta zaga diaria para entrar a la ciudad sitiada
Siempre te atrapan
El primer oficial detectó el pánico y la locura en mis ojos
En la banquina confirmó que andaba fuera de la ley
130 pesos en efectivo
El segundo coyote agazapado en la oscuridad vio que andaba flojo de amperaje en la luz trasera
Descargué ante la jueza que había tenido un mal día y me cobró sin prisa
El tercero se ensañó hasta encontrar la paja en el guiño ajeno
Protesté al juez de Unquillo que saturado de multas todavía no resolvió mi condena
El cuarto ya avisado me detuvo por rutina y labró aburrido el acta
Otro grito de humanidad a la jueza que seguía su mala vida
Pero el quinto fue más astuto
Sorprendió a Morena jugando libre en el asiento trasero
Y me gatilló la ordenanza del estado sobreprotector
que decide por encima de cada ser irresponsable
que no acata su autoridad suprema sobre los cuerpos finitos y terrenales
aún sobre ruedas
(Añoranza de un tiempo embrionario en la luneta del R12)
Llegaré hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos
Aunque no se expida por Honduras
Aunque a Mirta Legrand nada le importe
3
El vecino sale en calzoncillos largos
Sin perder la compostura de hombre de la fuerza aérea
Como paisano serrano se presta a sacar al Duna de su precario equilibrio
Tirándolo desde su camioneta
El herido bólido arrastra la panza sobre la tierra y sale otra vez a carrera
No durará mucho su mísera elegancia
El tren delantero cruje
Apenas trepo la subida por la que se dejó caer
Pierdo otra vez el timón y choco con la entrada al carrusel
(retrocedo otros casilleros)
Pero recuerdo que tengo seguro
Llamo al santo patrono mecánico que debita mi sueldo mensualmente
En dos horas promete buscar la máquina averiada y llevarla al taller
Pasa un día y Duna me mira con la trompa caída
Cuando llega la grúa
-otra vez es de noche y han pasado 24 horas de sostenernos del vacío-
Salimos con Morena al helado espectáculo
Las balizas del remolque iluminando la vergüenza rodante
Duna encadenado al lomo de Caronte
Marcha sin querer andar
4
Vendo Duna 94 Exc. Ex estado. Nunca precipitado. Detalles caminera.
Vi pasar el auto cuesta abajo sin conductor
Estático frente a la pantalla
Duna cayendo desde la casa amarilla
Su coraza golpeando contra las piedras del terraplén
La astillas del espejo retrovisor izquierdo
La calle que muerde el cerro lo recibe en su descenso y prolonga la picada
Hasta quedar suspendido sobre la barranca que da al río
Salgo desesperado dejando el chat abierto
Salto alrededor
Dos ruedas girando en el aire
Temo subirme y quebrar la perfecta armonía que lo cuelga sin soltarlo al abismo
Es su pedido de auxilio
Un intento desesperado para huir de mi impericia y desatención
Ahora tiene que llegar la grúa para sacarnos del borde y del precipicio
2
Quinta multa de la caminera
Los coyotes aúllan en la ruta
Recaudan para que Schiaretti pierda cómodo la próxima elección
Persiguen correcaminos
Pero en esta zaga diaria para entrar a la ciudad sitiada
Siempre te atrapan
El primer oficial detectó el pánico y la locura en mis ojos
En la banquina confirmó que andaba fuera de la ley
130 pesos en efectivo
El segundo coyote agazapado en la oscuridad vio que andaba flojo de amperaje en la luz trasera
Descargué ante la jueza que había tenido un mal día y me cobró sin prisa
El tercero se ensañó hasta encontrar la paja en el guiño ajeno
Protesté al juez de Unquillo que saturado de multas todavía no resolvió mi condena
El cuarto ya avisado me detuvo por rutina y labró aburrido el acta
Otro grito de humanidad a la jueza que seguía su mala vida
Pero el quinto fue más astuto
Sorprendió a Morena jugando libre en el asiento trasero
Y me gatilló la ordenanza del estado sobreprotector
que decide por encima de cada ser irresponsable
que no acata su autoridad suprema sobre los cuerpos finitos y terrenales
aún sobre ruedas
(Añoranza de un tiempo embrionario en la luneta del R12)
Llegaré hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos
Aunque no se expida por Honduras
Aunque a Mirta Legrand nada le importe
3
El vecino sale en calzoncillos largos
Sin perder la compostura de hombre de la fuerza aérea
Como paisano serrano se presta a sacar al Duna de su precario equilibrio
Tirándolo desde su camioneta
El herido bólido arrastra la panza sobre la tierra y sale otra vez a carrera
No durará mucho su mísera elegancia
El tren delantero cruje
Apenas trepo la subida por la que se dejó caer
Pierdo otra vez el timón y choco con la entrada al carrusel
(retrocedo otros casilleros)
Pero recuerdo que tengo seguro
Llamo al santo patrono mecánico que debita mi sueldo mensualmente
En dos horas promete buscar la máquina averiada y llevarla al taller
Pasa un día y Duna me mira con la trompa caída
Cuando llega la grúa
-otra vez es de noche y han pasado 24 horas de sostenernos del vacío-
Salimos con Morena al helado espectáculo
Las balizas del remolque iluminando la vergüenza rodante
Duna encadenado al lomo de Caronte
Marcha sin querer andar
4
Vendo Duna 94 Exc. Ex estado. Nunca precipitado. Detalles caminera.
jueves, abril 16, 2009
X ongamira
La ruta es historia
De perdidos y perdedores
De vencedores con plazo fijo
El camino es lo único real
Las tunas y los cardos
Los espinillos y los molles
Mutan
Ahora se ven soja y pinos
Azahares y cactus
Los pasajeros se plegaron al pasado como las rocas
Unos sobre otros
Multiplicándose y desapareciendo
Llevo el cartón en el bolsillo
Es de lotería y salvoconducto
La Maga hace su mal de ojos
Y cambio el díal de mis pensamientos
X ongamira -reza un cartel de latón pintado
Esquivo un cuis sin cuil, un zorro sintético y una iguana enamorada
Los cuatreros en 4x4 disparan nebulosas de tierra
Polvo somos –dice mi congestión nasal
Los herederos de los conquistadores ahora se designan guardianes del santuario comechingón
Viven de las sobras del campo que usurparon
¡Y hablan de ecología!
Para disfrutar con las ruinas de diseño
Como en Machu Pichu
Víboras de gentes de colores paseando por un shoping arcaico
Corto la suerte en cuartitos
Mojo la locura con la lengua
Y salto por el abismo al que se tiraron los últimos guerreros
Es la hora de crepusculear entre los tótems del cielo
El patíbulo para suicidarse de sociedad
La Maga sopla un grito al sol
Le tira maldecidas piedras
Y enumera estos principios
No rindas cuentas a nadie, sé tu propio juez.Y hay más
Fija tu atención en ti mismo, se consciente en cada instante.
Cesa de autodefinirte.
Nunca hables de ti sin concederte la posibilidad de cambiar.
La turbina calla
El miedo se descompone
Trepados
Altos
Sin ojos para ver
Diferidos por el eco
Abandonamos del pasado
Estamos en las cuevas de la humanidad
Nunca tan lejos estuvo tan cerca
jueves, abril 09, 2009
X idiota
“Que se mueran los idiotas
Que se mueren toditos toditos los idiotas”
Los que ponen cara de perrito porque las cosas no funcionan
Los que hacen pucheritos porque el mundo no los comprende
En una semana tuve dos síncopes
Perdí lo conciencia en las veredas de la ciudad
Y no supe porqué
¿X idiota? –pregunté
Pasé por el clínico
Por el cardiólogo
Por el bioquímico
Por el neurólogo
Perdí peso
Sudé
Lloré
Mordí el polvo
Se me cayó el sistema simpático
La presión me cegó
El calor me aturdió
Un cosquilleo en las venas me dejó sin aire
Y morí por un rato
La chica que me ama
La chica que yo amo
Me rescató del abismo
(sedujo a Caronte con su grito)
Volví para escucharla
Y ahora ando sordo
Apunado en artificios
X idiota
Ian Curtis escuchaba the idiot cuando se colgó en su cuarto
Yo no me mato
Para seguir escuchando la misma canción
Etiquetas:
Ian Curtis,
Iggy Pop,
odiota,
síncope,
X
lunes, marzo 30, 2009
X no
Porno política
Porno realidad
Por no ser cierto con el cuerpo
(la mente miente)
Por poner el exceso al servicio del instinto
Por no estar
Pornógrafo de mi desaparición.
Porno realidad
Por no ser cierto con el cuerpo
(la mente miente)
Por poner el exceso al servicio del instinto
Por no estar
Pornógrafo de mi desaparición.
martes, marzo 24, 2009
casa amarilla
Toda forma apasionada tiene algo de asocial, de anacrónico.
Que no puede defenderse sola.
En toda forma apasionada, se aísla algo aislado. Algo que se excluye a sí mismo del mundo y por sí mismo es expulsado del tiempo.
Vine y me fui. Me volví a ir. Me fui de nuevo. Fundé una nueva ermita sobre un páramo amarillo.
Que no puede defenderse sola.
En toda forma apasionada, se aísla algo aislado. Algo que se excluye a sí mismo del mundo y por sí mismo es expulsado del tiempo.
Vine y me fui. Me volví a ir. Me fui de nuevo. Fundé una nueva ermita sobre un páramo amarillo.
Etiquetas:
casa,
ermita,
salsipuedes
viernes, febrero 06, 2009
Tierra de tigres
Ella ahora es una tigresita.
Corre y salta en la selva del jardín.
Hoy volvió a pasar uno ofreciendo su servicio para desmalezar el frente de la casa. Me costó explicarle que los tigres preferimos las cañas de bambú, las enredaderas salvajes, los yuyos tenaces. Creo que no entendió mi negativa. Tiene un kiosco minimalista a la vuelta de la plaza y una motoguadaña para aguantar la crisis financiera.
Con Morena procuramos nuestra comida entre las hierbas. Mejor si arrancamos hasta la raíz y obtenemos un pan de tierra.
Hoy me enseñó a poner tierra sobre los dolores.
- Alivia –me dijo y la esparcía con un dedito sobre mi mano.
Tal vez en ese momento mi viejo se untaba la zona de los intestinos con arcilla y ceniza de volcán. Está tratando de sacarse la radioactividad que los rayos X dejaron en su cuerpo.
Los separan 75 años que son absorbidos en un instante por la arena cósmica.
Están cruzados por el sustento de nuestros días.
La tierra los junta.
La pacha los teje.
Caminar descalzo es terapéutico.
La tierra cura. Da vida. Y nos cubre en la muerte.
domingo, febrero 01, 2009
una isla (2)
Todo el día miraba el mar. Imagino que sus ojos se teñían con la paleta de las olas. Desde la misma mesa en la galería de la Posada, frente al tubo de tergopol que contenía una nueva cerveza helada, ela olhaba. Pero nunca se acercaba a la playa. Jamás puso sus blancos pies en la arena mojada. Apenas unas gotitas saladas salpicaron su cuerpo en el barco que la trajo a la isla. La vista clavada en las barcazas de colores que partían con redes vacías y regresaban llenas de peces y mariscos. La Dona misteriosa era una ballena encallada en su propia abulia. La que contagiaba a su hijo en gritos histéricos sólo amortiguados por el peso de la cerveza en la lengua y la indiferencia dolida del chico.
Hubiera querido meterla a la fuerza en el agua verde del atlántico.
O manguerearla impúdicamente como a un elefante en el zoo.
Recuerdo escucharla cantar bajo la ducha esa mezcla de ranchera y bolero que bailan repetidamente los gauchos del sur de brasil. El peso de sus tetas cayendo hasta el ombligo, la flacidez de sus gambas al ajillo del sol, las palmas de las manos abiertas bajo la lluvia del baño.
¿Porque me contagia su melancolía carioca?
¿Por qué la tristeza de una madre brasilera enturbia mis vacancias en la isla?
Ya conozco la leyenda del caracol. Ya sé que estoy condenado a llevar mis fantasmas en la mochila.
Pero esa señora, con su hijo a cuestas, bajando al infierno diario, en un paraíso natural, no me deja respirar la sal de los días. Y me deja varado en la costa, cronicando la decadencia, contra viento y marea, en una playa desierta.
sábado, enero 31, 2009
una isla
Nadie tomó café esta mañana.
La primera cerveza estaba muy helada, en manos de la misteriosa señora que se despacha diariamente unos cinco litros de dorado veneno.
Pero nunca es tan generosa la vida para apartarnos de sus disgustos y ocasos.
La tapa, que había sido repuesta con un golpe para evitar la pérdida de gas, ahora se negaba a salir. El ceño fruncido y un mohín de bronca en la boca en trompa marcaron la angustia temprana en un rostro que prefería no despertar. Apenas quedar adormecido bajo el efecto anestesiante de la dosis cotidiana de alcohol. No importaba que la lluvia ahogara los desvelos de los bañistas por meterse al mar. La doña elegía la galería, con sol o tormenta, para esas horas aletargadas por el regular estallido de las olas. La musiquita del Nintendo, y las risitas programadas de su hijo y el otro crío, disonaban en el paisaje tranquilo de esa villa de pescadores.
Probó con la mano. Con el encendedor. Pero la tapita se resistía a abandonar el pico de la botella. El vaso manchado de resabios de espuma atestiguaba la sed no saciada.
Agarró el envase por el cuello, y haciendo palanca en el borde la ventana, le dio un golpe seco en la punta. Notó que había marcado la madera del marco del ventanal. La tapa aflojó, aunque con la yema de los dedos comprobó que el vidrio se había mellado, y era posible que algo de ese ocre polvo filoso estuviera nadando en el líquido dorado. Dudó si servirse el contenido.
Antes consultó en el celular si había llegado algún mensaje. Nada.
¿Era peor arriesgarse a tomar la cerveza o seguir esperando ese llamado?
Supo que ese sería otro día sin paz.
- Cría cuervos –dijo en su portugués de lengua pastosa- y te sacarán los ojos.
El niño no la escuchó, como sucedía la mayoría de las veces cuando su madre hablaba frente a la botella.
Se sirvió el vaso petiso hasta el tope. Miró a trasluz la bebida como buscando pececitos de colores y se tragó de un solo saque el mar de su desdicha, sabiendo que nunca se vaciaría.
La primera cerveza estaba muy helada, en manos de la misteriosa señora que se despacha diariamente unos cinco litros de dorado veneno.
Pero nunca es tan generosa la vida para apartarnos de sus disgustos y ocasos.
La tapa, que había sido repuesta con un golpe para evitar la pérdida de gas, ahora se negaba a salir. El ceño fruncido y un mohín de bronca en la boca en trompa marcaron la angustia temprana en un rostro que prefería no despertar. Apenas quedar adormecido bajo el efecto anestesiante de la dosis cotidiana de alcohol. No importaba que la lluvia ahogara los desvelos de los bañistas por meterse al mar. La doña elegía la galería, con sol o tormenta, para esas horas aletargadas por el regular estallido de las olas. La musiquita del Nintendo, y las risitas programadas de su hijo y el otro crío, disonaban en el paisaje tranquilo de esa villa de pescadores.
Probó con la mano. Con el encendedor. Pero la tapita se resistía a abandonar el pico de la botella. El vaso manchado de resabios de espuma atestiguaba la sed no saciada.
Agarró el envase por el cuello, y haciendo palanca en el borde la ventana, le dio un golpe seco en la punta. Notó que había marcado la madera del marco del ventanal. La tapa aflojó, aunque con la yema de los dedos comprobó que el vidrio se había mellado, y era posible que algo de ese ocre polvo filoso estuviera nadando en el líquido dorado. Dudó si servirse el contenido.
Antes consultó en el celular si había llegado algún mensaje. Nada.
¿Era peor arriesgarse a tomar la cerveza o seguir esperando ese llamado?
Supo que ese sería otro día sin paz.
- Cría cuervos –dijo en su portugués de lengua pastosa- y te sacarán los ojos.
El niño no la escuchó, como sucedía la mayoría de las veces cuando su madre hablaba frente a la botella.
Se sirvió el vaso petiso hasta el tope. Miró a trasluz la bebida como buscando pececitos de colores y se tragó de un solo saque el mar de su desdicha, sabiendo que nunca se vaciaría.
Etiquetas:
doña misteriosa
Suscribirse a:
Entradas (Atom)