Ahí va Gustavo
En su toro rojo
Aún luciendo las estrellitas
Pegadas en ambos lado desde el cumple de quince de otra ahijada
Hija seguro de otro de sus no tan seguros amigos
(Existen algunas teorías al respecto: 1) o que tiene amigos imaginarios, 2) que todos somos imaginados, 3) que todos sus amigos sospechamos que tiene amigos virtuales, 4) y que existen, 5) incluso escuché una versión a lo Hichtcook diciendo que hasta su madre es una teatralización)
Pero volvamos a la autovía
Justo en el habitual retén de la policía recaudadora
La seña desviando el auto a la banquina
Y el robot uniformado buscando la falla sistémica que derive en una suma de dinero
Ahí estaba la patente atada con un alambre al paragolpes
Para disparar esa pregunta con la puntería de la retórica zonza
- Porque el dominio está así?
- El qué?
- La patente ¿porque está colgando?
Cuya respuesta se iluminó como la de un aprendiz de Koan, y levantando los hombros, bajaste la voz al límite de lo audible:
- Dejadez…
¿Acaso ese agente de la pasiva y cruenta acción burocrática podía sentirse ajeno al hastío?
Igual continuó con su rutina
Intentando disimular el desgano resistente que lo corroía hasta el tuétano azulado
Pidió papeles, corroboró el número de chasis y de motor
Hasta que finalmente cayó rendido ante la patente absurdidad de la escena
- Siga su marcha – te dijo escondiendo la avergonzada mirada del actor que descree de su personaje
Cansina, pero definitivamente
Trepaste al asfalto
Retomando la inercia del viaje
Que te lleva
En dejadez
Desapegado de la fugaz importancia de los objetos
Desprendido de la mochila de culpa social
Abandonado al movimiento
Sin aferrarte a la inestable solidez del tiempo
Para dejarse ir
Dejar de ser