El compilador nunca terminará de ordenar informaciones, de acumular bits-vitales. Segundos de aire atrapados en envases de canciones, autores, intérpretes, pedazos de sonoridades que conforman una memoria, una manera de convertir en significados el caos de la cultura.
La experiencia de pensar en continuidades y rupturas. Nomenklaturas. Bio-chips archivados en formatos digitales. La serie como arma para enfatizar una mirada.
Antologías, discos, tropos, vicios, botellas, diarios íntimos, cicatrices, recortes de prensa; la imposible tarea de juntar las minúsculas y elementales partículas de un todo totalizante.
En cierto momento el oficio transforma toda experiencia en piezas coleccionables, clasificables, partes de un rompecabezas que se asume como Destino.
Así, el compilador queda atrapado en su laberinto.
domingo, junio 01, 2008
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1 comentario:
A veces uno compila y no entiende por qué se vuelve tan compulsivo.
Pienso en mi caso: para robarle al tiempo el instante en que uno fue feliz. Entonces en el transcurso de la vida mira lo coleccionado y piensa que a lo mejor el presente puede convertirse en anhelo, cuando pase la tormenta.
Es que el tiempo aún no me ha arrancado alguna ingeniudad, ni el punk rock del corazón, que es decir la adolescencia que es decir mucho.
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